Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad: Síntomas, Diagnóstico, Manejo y Tratamiento

Héctor Pauchard Hafemann  

El diagnóstico del Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (otros sinónimos aquí ) en un niño provoca en los padres intensas preocupaciones. Más aún si hay un diagnóstico del tipo "disfunción cerebral mínima" que sugiere un defecto físico. ¿Podrá tratarse? ¿Tendrá que tomar medicamentos? ¿Habrán secuelas en el futuro? ¿Sufrirá el rendimiento escolar? ¿Por qué lo tiene?

Esta página web quiere informar sobre esta problemática y mostrar las posibilidades que tienen los padres para actuar. Un ejemplo de cuan efectivas son estas posibilidades sigue en la segunda parte:

El Tratamiento de la Hiperactividad (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad o ADHD) a través de los Padres

Aparte de ocasionar problemas en el entorno familiar a causa de su hiperactividad, puede ser que la escuela les hace saber a los padres que el niño "no le presta atención a la maestra" o que "se porta mal en la clase". Frecuentemente, los maestros, los padres y los amigos saben que el niño "se está portando mal" o que "es diferente", pero no saben exactamente qué es lo que le pasa.

Efectivamente el niño con déficit atencional e hiperactividad difícilmente llega a ser un buen estudiante. ¿Qué es lo que le dificulta este tipo de logro?. Dos son las principales explicaciones posibles. La primera es la de que habría alteraciones neurológicas provocando el síndrome. En la mayor parte de los casos este supuesto no se ha podido confirmar sobre bases científicas. Sin embargo, el uso sistemático de medicamentos para su tratamiento (por ejemplo el metilfenidato, más conocido bajo el nombre comercial de ritalín) se apoya en esta hipótesis. Pero, si bien éstos logran aquietarlos, su uso no está exento de cantidades de riesgos y efectos secundarios.

La segunda es de que se trata simplemente de un síndrome de orden supraorgánico (mental, en palabras corrientes), es decir, derivado de factores no orgánicos que influyen en el proceso cognitivo del niño. A esta última hipótesis le dedicaremos especial atención en lo que sigue, ya que ella se ha mostrado válida en forma sistemática en nuestra experiencia.

Examinemos en primer término lo que caracteriza a estos niños con hiperactividad y déficit atencional, es decir, su sintomatología:

1) Comportamiento impulsivo.

2) Incapacidad para concentrarse o para prestar atención.

3) En los niños pequeños los síntomas de "hiperactividad" en estos casos pueden incluir el excesivo correr y trepar, y los niños mayores se presentan agitados con una clara dificultad para estarse quietos. En ellos la hiperactividad es muy irregular, mal organizada y sin metas específicas contrastando con el alto nivel de actividad que es normal en algunos niños.

El niño con déficit atencional e hiperactividad puede presentar también algunos de estos otros síntomas:

4) Dificultad para organizar su trabajo, y pareciera que él o ella no ha escuchado las instrucciones que se han impartido.

5) Se distrae fácilmente.

6) Comete errores, ya sea por ser descuidado o por impulsividad.

7) Habla demasiado en clase;

8) No tiene paciencia para esperar su turno en situaciones de grupos.

(9) No termina nunca lo que los padres le piden.

(10) Falta de cooperación en los juegos y en las otras actividades sociales.

De todos modos, hay dos tipos de niños con hiperactividad: 1) los que no generan problemas en su entorno social, y 2) los que sí lo hacen. Estos últimos son los que presentan efectivamente el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, lo cual nos confirma la hipótesis etiológica que radica el origen de este cuadro en problemáticas de orden supraorgánico. Puesto que muchos niños que presentan hiperactividad son bien adaptados socialmente y de un buena productividad tanto en los estudios como en actividades sociales.

Efectivamente, hay niños más "inquietos" y otros más "tranquilos". Pero, los constitucionalmente inquietos no necesariamente tienen conductas perturbadoras, porque si "están bien" canalizan su hiperactividad hacia actuaciones socialmente adecuadas y productivas.

Es decir, tienen la movilidad de los hiperactivos pero no lo síntomas que presentan aquellos que son diagnosticados conforme a este síndrome. Lo que a su vez respalda la hipótesis de la influencia de los factores supraorgánicos para el trastorno de déficit de atención e hiperactividad. Habría por una parte una base orgánica o constitucional (un temperamento más determinadas características neurológicas), y por otra factores supraorgánicos (fundamentalmente situaciones de maltrato derivadas de relaciones interpersonales, problemática en el proceso cognitivo, etc).

En suma, la base orgánica frente a situaciones de maltrato viene a ser el facilitador de este tipo de síntomas y demás acciones. Es importante precisar que estos síntomas corresponden a los que se presentan en el síndrome de emergencia y en los sistemas binarios de interacción en negativo. Esta comprensión aporta, además de permitir un diagnóstico cristalino, posibilidades de acción expeditas. Ya que de lo que se trata entonces es de corregir las situaciones de maltrato que condicionan la sintomatología que nos ocupa (ver en Reglas para Mantener y Mejorar la Salud Mental: El síndrome de emergencia y Los sistemas binarios de interacción).

Señalemos además que, curiosa y significativamente, el síndrome de déficit atencional e hiperactividad es diez veces más común en niños que en niñas (recordar que entre los mamíferos los machos son normalmente más "agresivos" que las hembras).

Sin el tratamiento adecuado y como consecuencia de los síntomas anteriormente enunciados, el niño se atrasa en sus estudios. Pierde además sus amistades debido especialmente a la ya mencionada falta de cooperación en los juegos y en las otras actividades sociales. El sufrir más fracasos que éxitos y el ser muy criticado por maestros y familiares (quienes no entienden su problemática ni el sentido de sus inadecuaciones) afecta con fuerza su exoestima. (Ver en Reglas para Mantener y Mejorar la Salud Mental: Seguridad en si mismo y exoestima).

Aunque el diagnostico y tratamiento del niño con este síndrome puede hacerlo un psiquiatra de niños y adolescentes, nuestra experiencia acredita que es posible solucionar esta problemática en muchos casos con el uso de algunos procedimientos simples. A lo que nos referiremos más adelante

En efecto, en nuestra práctica profesional hemos comprobado que la sintomatología que presentan estos niños corresponde al Síndrome de Emergencia, según lo planteado anteriormente, y que un adecuado uso de esta información tiene como resultado la rápida recuperación de los niños tratados con la técnica operativa situacional. Esta técnica es la única que utiliza este conocimiento y en especial, el de las características dinámicas de este síndrome, en el cual su núcleo está constituido por las situaciones de maltrato. Todo esto de manera independiente del hecho que en ellos puedan existir alteraciones orgánicas (cosa que se comprueba sólo en un porcentaje muy reducido de estos casos).

En efecto, las personas (adultos o niños) presentan este síndrome a causa de estar sometidos a situaciones que a ellos les resultan lesivas (situaciones de maltrato). En consecuencia, si se logra diagnosticar adecuadamente estas situaciones, se abre la posibilidad de corregirlas y al accionar en esa dirección desaparece esta sintomatología de manera sistemática.

Por otra parte, en forma repetida hemos comprobado que los padres descubren por si mismos cuales son las situaciones de maltrato que afectan al niño (siempre que dispongan de la información pertinente). Lo que, por consiguiente, les permite actuar de manera de modificarlas.

En efecto, es posible tratar a estos niños sin mayor asistencia técnica, puesto que muchos progenitores, luego de asistir a cursos de relación padres hijos (con técnica operativa situacional) informan de que ha desaparecido la hiperactividad, que se han terminado los problemas en la escuela, etc. Es decir, papá y mamá pueden perfectamente intentar un tratamiento disponiendo de un mínimo de información (que es la que presentamos en estas páginas).

Y aún, si esto no resultara o no hubiera mayor éxito, la consultoría con técnica operativa situacional se ha mostrado sistemáticamente eficiente en la gran mayoría de los casos. En suma, existe la posibilidad de una intervención primaria, con recursos limitados y en seguida, la de una intervención asesorada por un especialista en consultoría situacional, sin necesidad de recurrir a medicación.

Lo que si deben tener presente los interesados es que la clave está en hacer un diagnóstico adecuado de las situaciones de maltrato, tanto las vividas por el niño como por los padres y adultos con los cuales se relaciona. Porque la experiencia nos confirma sistemáticamente que tanto el niño problema como los que con él se relacionan viven estas situaciones, las que es indispensable corregir.

En efecto, los niños con este síndrome pueden estar reaccionando a descalificación, amenazas de violencia, discriminación y otros. Todas ellas son interacciones negativas por el simple hecho de provocar maltrato en el otro, las que tienen lugar en sistemas binarios de interacción. A su vez, normalmente las interacciones negativas tienen interacciones negativas como respuesta. El examen de sus síntomas, muchos de los cuales son simplemente interacciones negativas, corrobora lo anterior.

Corresponden a interacciones negativas:

- Pareciera que él o ella no ha escuchado las instrucciones que se han impartido.

- Se distrae fácilmente.

- Comete errores, ya sea por ser descuido o por impulsividad.

- Habla demasiado en clase;

- No termina nunca lo que los padres le piden.

- Falta de cooperación en los juegos y en las otras actividades sociales.

Confirma la calidad de negativas de estas interacciones el que tienen en común el ser sumamente desagradables y perturbadoras para los adultos (asimismo y simultáneamente, casi todas corresponden a la sintomatología de emergencia). Son además del tipo de interacciones negativas que comúnmente desarrollan los niños en general, los que limitados por su debilidad hacen uso de los recursos que tienen a mano.

A fin de enfrentar estas problemáticas de manera eficiente, sugerimos a los padres los siguientes pasos:

1º Leer el resumen sobre el síndrome de emergencia, en Reglas para Mantener y Mejorar la Salud Mental.

Allí se encuentra una síntesis del síndrome de emergencia que aporta información sobre sus síntomas y la dimensión de sus consecuencias negativas. Permite asimismo constatar su coincidencia con la sintomatología de los niños con el síndrome de déficit atencional e hiperkinesis.

Veamos los síntomas allí descritos:

1) En el área cognitiva:

- marcada deficiencia en la atención con incapacidad para concentrarse o prestar atención, se distraen fácilmente, cometen errores...

2) En el estado afectivo:

- expresiones variadas de cólera.

- miedo, el que es posible inferir de su agitación (inquietud?).

3) En el área de la actividad:

- extrema movilidad (correr y trepar)

- agitación, habla demasiado en clase...

- comportamiento impulsivo, no tiene paciencia...

En consecuencia para ayudarlos, y de acuerdo a lo ya señalado, se trata de 1) tener claro lo que es el síndrome de emergencia y 2) hacer un buen diagnóstico de las situaciones de maltrato. Porque la única salida efectiva, demostrada repetidamente, es la de suprimir o disminuir estas últimas con lo que desaparece el síndrome de emergencia y, según lo dicho, la hiperactividad.

2º Leer el resumen sobre el sistema binario de interacción en Reglas para Mantener y Mejorar la Salud Mental.

Allí es posible constatar lo precisado anteriormente: que muchas actuaciones del niño con el síndrome de déficit atencional e hiperkinesis corresponden a interacciones negativas, lo mismo que las desplegadas por los adultos frente a estos niños. Felizmente existe la posibilidad de reemplazarlas por interacciones correctivas, tal como se indica más adelante.

3º Estudiar "Prevención y Corrección en Relaciones Humanas: la Aplicación de Procedimientos Realmente Eficientes"

Es esencial, a fin de sentar las bases para una mejoría estable y para que cada cual se defienda eficientemente frente a los maltratos, una comprensión integral de los procedimientos adecuados para terminar con la problemática de los niños con el síndrome de déficit atencional e hiperkinesis. Al respecto debe tenerse presente que normalmente los padres, maestros y otros se sienten maltratados por estos niños y tienden a hacerse justicia con interacciones negativas, con el consiguiente espiral de IN. En consecuencia, resulta indispensable que estos se defiendan en forma adecuada y desarrollen IC (interacciones correctivas que evitan las interacciones negativas y sus perjudiciales consecuencias). También en un planteamiento general, deberán desarrollar un plan de acción destinado a disciplinar al niño. Pero, una disciplina no sólo humana sino que racional (no confundir con golpes, arbitrariedades y abusos, entre otros).

4º Leer en Reglas para Mantener y Mejorar la Salud Mental: Disciplina y bien común.

Se aporta allí el conocimiento de los fenómenos sociales que se dan en el seno de la familia y la posibilidad de encausarlos de manera racional, sin ulteriores consecuencias negativas. Evidentemente, sus indicaciones son de primera elección en el caso de este tipo de niños, considerando especialmente que en general corresponden a interacciones correctivas.

Una situación de maltrato que es seguramente subsecuente a los primeros síntomas, es la de que los padres y adultos relacionados con estos niños pierden fácilmente la paciencia y descalifican al niño. Es decir, disminuyen su exoestima (lo que corresponde a una interacción negativa falsa), maltrato que según lo hemos comprobado repetidamente es uno de los más penosos tanto en niños como en adultos.

Fluye entonces como indicación general, e incluso previa al estudio diagnóstico de las situaciones de maltrato, el disminuir o suprimir todo comentario o acción que tienda a rebajar la exoestima (críticas, reproches e incluso expresiones de desagrado), conjuntamente con establecer una disciplina efectivamente racional.

Asimismo, es de suma importancia el poner fin lo más rápidamente posible a las actuaciones inadecuadas del niño porque éste sabe que "se está portando mal" y tiene una información confiable de que ello implica molestia para los adultos. Es decir, vive una situación de maltrato: maltrato potencial (suposición de maltrato), puesto que desde nuestros primero años la experiencia propia y de otros nos dice que se reacciona mal contra aquellos que nos molestan. Es bien sabido que en estos casos se tiende a hacer interacciones negativas abiertas o encubiertas o inadvertidas (desde "mala voluntad" con el niño hacia adelante...).

Por lo tanto, el de "dejarlos hacer" es un error común que se comete frente al hiperactivo (y a todos los niños que "se portan mal"). Porque aunque los adultos alterados se controlen por tiempos variables lo común es que deseen hacer IN. Ahora bien, normalmente este estado de ánimo se refleja en las facciones y eso tiene como resultado el provocar una situación de maltrato potencial al niño (que va más allá de una pura fantasía). Es decir, el niño vislumbra que está en una situación de riesgo y que los adultos pueden finalmente emprenderlas con él. Aparte de que, también normalmente, su experiencia les diga que tarde o temprano van a reaccionar mal.

Nos encontramos entonces con que esto se suma al síndrome de emergencia originario (el determinante de su actual acción inadecuada, la que proviene a su vez de otras situaciones de maltrato), con las consecuencias de un desarrollo en espiral del síndrome de emergencia. Por consiguiente, insistimos en que aunque no haya expresiones de molestia de los adultos, el niño en base a su experiencia y también por la supuesta igualdad de los procesos cognitivos, habrá de suponer que está en alto riesgo de que aquel que tiene desagrado por su actuación finalmente va a atacar.

5º Leer en Reglas para Mantener y Mejorar la Salud Mental: Seguridad en si mismo y exoestima.

Allí, aparte de tomar conciencia de la importancia que tiene para todos los humanos y en especial para los niños la seguridad por respaldo social, se plantean los caminos para lograr la adecuación del niño al respectivo sistema social (familia, escuela, vecindario, etc.). Y, asimismo, del rol fundamental de la exoestima en la salud mental.

6º Aplicar las orientaciones que van a continuación.

Previo a ello estimamos necesario hacer presente que considerando los escasos recursos de los niños, especialmente si son muy pequeños, resulta ilusorio que comprendan efectivamente el sentido de sus síntomas y por consiguiente que desarrollen acciones racionales para superarlos. Por ello, habrá de encomendarse las tareas que correspondan a los adultos: en especial los padres y otros encargados de aquellos. Además de que repetidas experiencias con los adultos muestran que es posible enfrentarlas y lograr éxito en un corto período de tiempo y escaso número de consultas (e incluso a través de la asistencia a seminarios de relación padres-hijos). Todo esto siempre que se empeñen de buen grado en cumplir con lo que convenga.

Asimismo, no ha de perderse de vista durante estos esfuerzos que su requisito esencial es el suprimir las situaciones de maltrato y las interacciones negativas. Lo que se ha confirmado sistemáticamente mediante la prueba terapéutica. Esto es, si la sintomatología desaparece al aplicar el procedimiento terapéutico correspondiente, y coincidente con la respectiva teoría, la hipótesis diagnóstica se considera correcta.

Ofrecemos entonces algunas indicaciones que dan muchas posibilidades de manejo eficiente del problema:

1) En especial los padres, deben tener en primer término plena conciencia de la fuerza que tienen frente a sus hijos. Porque normalmente para los niños son ellos lo más importante que tienen en el mundo, aunque la rebeldía y los encadenamientos negativos induzcan a pensar lo contrario.

2) La única solución realmente eficiente frente a las interacciones negativas es el desarrollar interacciones correctivas. Es decir, defenderse apoyándose en los derechos que normalmente tiene todo ser humano en cualesquiera situación social, dejando de lado el hacerse justicia como es el caso de las interacciones negativas. Obviamente, esto plantea suprimir las interacciones negativas por parte de los padres y adultos y en especial, las más nocivas como sucede con las regañinas y el maltrato físico que erosionan la exoestima.

3) Suprimir las situaciones de ambigüedad, que facilitan alteraciones cognitivas que a su vez eventualmente llevan a las interacciones negativas y al consiguiente síndrome de emergencia. Una primera prevención en este aspecto es la de disponer de una normativa clara y esmerarse en una aplicación racional y sistemática. Lo que por su parte exige en primer término acuerdos claros de los padres o de los adultos a cargo. Porque una de las más frecuentes situaciones de ambigüedad para los niños es la falta de acuerdos de los padres, los que incluso están en contradicción respecto a las exigencias y obligaciones que le corresponde a cada hijo en particular.

4) Canalizar su energía o hiperactividad hacia actividades sanas o productivas. Al efecto se puede estimular al niño hiperactivo para que dibuje, arme rompecabezas, resuelva crucigramas, o se dedique a determinadas tareas (que dependen de las condiciones del ambiente: campo, ciudad, casa o departamento, etc.). Además, es importante reconocerle lo que hace bien, sin caer en alabanzas exageradas o que suenen a falso.

En suma, los niños hiperactivos deben ser tratados de la misma forma que todos los niños que dan problemas en la relación (rebeldes, indisciplinados, incumplidores, mentirosos, etc., etc.). Es decir, los adultos y en especial los padres, habrán de empeñarse en accionar con ese propósito y cuya orientación general para todos ellos es:

1º suprimir las interacciones negativas y aplicar interacciones correctivas.

2º evitar con especial atención las situaciones de ambigüedad.

3º desarrollar habilidades y poner en práctica procedimientos para hacerse respetar sin recurrir a maltratos, con plena conciencia de las posibilidades que tienen al respecto.

4º ayudar al niño a acrecentar adecuadamente su exoestima, tanto estimulándolos especialmente a actuaciones productivas como suprimiendo las regañinas, entre otras acciones posibles.

NOTA: Debido a que es posible que surjan dudas y preguntas a raíz de la lectura anterior, sugerimos leer en ARTÍCULOS:

1) En cuanto a evitar situaciones de maltrato y las interacciones negativas:

Prevención y Corrección en Relaciones Humanas: la Aplicación de Procedimientos Realmente Eficientes

2) A fin de adentrarse en el conocimiento de las relaciones interpersonales y de los conflictos:

Teoría de la Acción Operacional (Biokinesis) y la Comprensión de las Relaciones Humanas

Los Sistemas Binarios de Interacción: una Explicación Distinta de los Conflictos Interpersonales y Sociales

Prevención y Corrección en Relaciones Humanas: la Aplicación de Procedimientos Realmente Eficientes

3) Para saber más de las perturbaciones emocionales:

Maltrato y Efecto en la Persona: el Síndrome de Emergencia y sus Alteraciones Cognitivas, Afectivas y en la Acción

Situaciones de Maltrato: los Tipos más Frecuentes en la Interacción Personal


En la segunda parte un caso de hiperactividad resuelto a través de la acción de la madre usando estos conocimientos:

El Tratamiento de la Hiperactividad (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad o ADHD) a través de los Padres

 

Otras referencias: en estos sitios un resumen sobre el ADHD como es comprendido (o no...) por la mayoría de los profesionales, útil para tener una visión total del problema:

Página del Instituto Nacional de Salud Mental (National Institute of Mental Health, NIMH) EEUU, en español

Página del NAMI (National Alliance for the Mentally Ill o Alianza Nacional para los Enfermos Mentales) EEUU, en español

 

Nota: Sinónimos del Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad

Este síndrome se conoce también con un sinnúmero de sinónimos:

Trastorno de Déficit atencional con/e Hiperactividad ADHD (la sigla en inglés de "Attention Deficit Hyperactivity Disorder") a veces TDAH (sigla del español)

Antiguamente "trastorno hipercinético/ hiperkinético/ hiperquinético de la niñez" o "hipercinesia/hiperkinesia/hiperquinesia" y la expresión "niño hipercinético/hiperkinético/hiperquinético"

También antiguamente usado prácticamente como sinónimo "disfunción cerebral mínima" o"daño cerebral leve"

No exactamente lo mismo pero también usado ocacionalmente:

ADD: "trastorno de la concentración" del inglés: Attention Deficit Disorder

 

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