(Adaptado de: Interacción Personal y Relaciones Humanas, Teoría y Praxis, Pauchard-Hafemann, H.)
INTRODUCCIÓN. ¿QUÉ SOMOS? Cualquier acción eficiente que se pretenda desarrollar en favor del ser humano requiere de conocimientos con validez científica, o por lo menos confiables. Sea esto para mejorar las relaciones humanas o a el mismo como persona. Y para compenetrarnos de la real dimensión de la acción humana y especialmente de la interacción social resulta fundamental el tener claridad respecto a cuales son los requerimientos decisivos para las personas. Los que derivan indudablemente de su condición de ser Homo sapiens. Ellos constituyen simultáneamente la base y el marco dentro del cual se producirán los respectivos fenómenos y procesos. Es necesario entonces examinar, en base al conocimiento actual de ciencias humanas, lo que somos efectivamente. Desgraciadamente, las imágenes ideales de un ser humano (que a veces son francamente caricaturas) y que se encuentran en distintos ambientes conducen de manera inevitable a errar el camino. En realidad, la representación que se tiene del ser humano varía de persona en persona, de uno a otro grupo ideológico, de sociedad en sociedad. Ha cambiado según las épocas. Así, los griegos tuvieron un cuadro distinto de él que el de los romanos. Y la visión del hombre, en la Edad Media fue diferente de la que se desarrolló durante el Iluminismo. Cambió igualmente durante la Revolución Industrial. Por otra parte, en la época actual se tienen conceptos tan distintos al respecto, que, en aras de no confundirnos, es preferible mencionarlos así, al pasar. El conocimiento de las peculiaridades del ser humano, tanto en general como en particular, es fundamental, puesto que cada una de ellas constituye un factor variable condicionante tanto en sus decisiones como en sus acciones. Todo ello en concordancia con las respectivas circunstancias en que ellas ocurran y con un mayor o menor grado de efecto en ellas de acuerdo a los contextos en que éstas tengan lugar. Es necesario, en consecuencia, aproximarse lo más que sea posible al conocimiento del ser humano. Pero, no a un conocimiento intuitivo, sino al conocimiento científico, que es el que da garantías y base para una acción eficiente. La teoría de la biokinesis o de la acción operativa propende precisamente a ello. Esta teoría se atiene al principio de la parsimonia, decantando de las explicaciones posibles aquellas que resultan más simples en la comprensión de los hechos que interesan. Igualmente se opone al hábito endémico en el área del conocimiento del ser humano de pensar por analogía (como el típico planteamiento conductista de que el Homo sapiens es psicológicamente idéntico a las ratas de laboratorio). En conciencia de que compartimos con otras especies "algunas" características comunes, nos oponemos al común derivar directamente al ser humano distintos hallazgos en animales (tanto en laboratorios como en la vida silvestre). Estas palabras introductorias son necesarias puesto que la experiencia ha mostrado el arrugar de ceños de los doctos que manejan conocimientos enmarañados (y que posiblemente basan en ello la aceptación que a estos le conceden) al enfrentar la poco común simplicidad de la teoría de la acción operativa. Obviamente, en lo que sigue no se busca adhesión incondicional (que pareciera ser condición sine qua non de las teorías en boga), sino que precisamente se trata de desarrollar la discusión abierta que se espera en los ámbitos científicos.
TEORÍA DE LA ACCIÓN OPERATIVA O BIOKINESIS La teoría de la evolución indica que las especies existen en la medida en que se adecúan al medio natural correspondiente. Y que, como consecuencia de la selección natural, aquellos caracteres hereditarios que son desventajosos (que reducen la adecuación biológica, esto es, la descendencia del individuo) disminuyen su proporción entre los espécimenes de la misma especie; y por lo mismo, van a predominar sobre los anteriores aquellos que aumenten esta adecuación. Omitiendo fenómenos aleatorios, se puede predecir una adecuación máxima de los caracteres a las condiciones particulares para la especie en cuestión. En otras palabras, los caracteres que posea un individuo serán adecuados para que aquel a su vez deje descendientes, y considerando que el ambiente no haya variado. Porque para la existencia de las especies es necesaria la unión de los gametos, que en el Filium animalia se realiza en el apareamiento sexual. Obviamente, el que los individuos sobrevivan, al menos hasta que este ocurra y posibilite el nacimiento de crías vivas, se constituye en requisito indispensable para la subsistencia de aquellas. Además de que la selección natural opera a nivel de individuos, lo que visto con ojos humanos aparece como una competencia entre miembros de una misma especie. Consiguientemente hay especies en tanto en cuanto están constituidas por individuos que luchan por su sobrevivencia y aún a expensas de los miembros de la propia especie. Naturalmente esto es igualmente válido para la especie Homo sapiens. Efectivamente con frecuencia podemos constatar hechos que concuerdan con lo señalado. Por ejemplo, cuando escasea la caza los leones adultos alejan a zarpazos a aquellos cachorros que intentan compartir la presa que están devorando, los que eventualmente morirán de inanición. Y las cabras, en el Norte Chico chileno y según informan los lugareños, en épocas de sequía abandonan a sus crías (las que naturalmente mueren, pero evidentemente eso permite sobrevivir a la madre). Es decir, el sobrevivir se realiza comúnmente a expensas de otros individuos y aún de la misma especie, en condiciones extremas. Lo que se confirma asimismo en los esporádicos actos de canibalismo de nuestros congéneres actuales. Además de que hay suficientes indicios de que ello fue práctica común en tribus primitivas e incluso en los tiempos presentes en algún sector de Africa. Naturalmente, en nuestra perspectiva humana estos fenómenos los describimos como egoísmo y nos referiremos a él como egoísmo vital o egoísmo básico, precisamente debido a la significación y consecuencias de envergadura que tiene en el desarrollo vital de los individuos de nuestra especie y en su interacción social. La observación corriente nos muestra que este egoísmo primario se expresa en la movilidad característica de muchos seres vivos. Movilidad que destaca en los seres del Phylum animalia y que constituye el medio más destacado en sus interacciones con el entorno e indispensable para la sobrevivencia del individuo y de la especie. Con fines prácticos la denominaremos biokinesis (bio: vida y kinesis: movimiento, es decir, el movimiento de la vida) o acción operativa (acción que busca logros). Esto es así debido a que los animales requieren de alimentos elaborados y en consecuencia, de un accionar adecuado que les permita lograrlos y por lo tanto sobrevivir (a diferencia con las plantas que son normalmente sésiles y se nutren de elementos químicos simples). Igualmente la reproducción, de la que depende la supervivencia de la especie, es posible en ellos gracias a su propia actividad (en contraste con las plantas a las que les basta con la acción del viento, del agua, de insectos y otros animales para la unión de los gametos). Un análisis somero de la movilidad de especies animales simples, nos permite clasificarlos en actos de aproximación y de evitación. Ello tiene como resultado un acercamiento o aproximación y distanciamiento o evitación de algo (un ambiente, seres vivos, elementos materiales, etc.). Implica un disminuir o aumentar distancias, lo que se logra tanto por el desplazamiento del propio organismo, como a través de movilizar elementos del medio externo a él (tal es el caso de los moluscos filtradores). Estas acciones tienen ventajas evidentes para el individuo, puesto que se aleja de lo que le implica destrucción o riesgo (protección del propio organismo) y se acerca o disminuye distancias respecto de aquello que lo beneficia en alguna forma (o a la especie, como sucede con el apareamiento sexual). Lo descrito constituye un primer nivel de la biokinesis, dando las bases para su expresión en los seres humanos. Aunque los mecanismos que la permiten difieren en sus características en las distintas especies. En el hombre depende fundamentalmente del gran desarrollo de su sistema nervioso y de una particular adecuación de su sistema músculo-esquelético. Ascendiendo en la escala zoológica, en un segundo nivel de desarrollo, encontramos que en los vertebrados los movimientos de evitación se diversifican en: 1) alejamiento y 2) destrucción de lo que es lesivo para la vida. Así, los individuos además de evitar, se alejan o destruyen aquello que eventualmente provocará consecuencias perjudicial para el respectivo organismo. Es decir, hay acciones de evitación y además acciones de ataque que constatamos en todo momento en todos ellos incluyendo al ser humano. La eliminación de lo peligroso se afronta a través de variados procedimientos según las circunstancias y las especies. En un tercer nivel, nos encontramos con que en los mamíferos la diáda acercamiento-evitación se nos presenta aún más diversificada. Porque además de los movimientos de alejamiento y ataque, constatamos en cuanto a la aproximación: 1) acercamiento y 2) protección y cuidados. Esto último es producto de que los mamíferos dan a luz crías vivas que requieren de cuidados para su supervivencia. Con lo cual todos los mamíferos aprendemos en el contacto con la madre a ser cariñosos.
NIVEL HUMANO Todo lo anterior aplicado al Homo sapiens y analizado en profundidad tiene rendimientos insospechados en cuanto a la comprensión de la persona humana y a la de su vida social. Se nos revelan entonces una extraordinaria cantidad de facetas por cuanto todo lo examinado anteriormente adquiere aquí una dimensión y variedad casi infinitos debido al gran desarrollo cerebral de nuestra especie, es decir, a su inteligencia. Además de las particularidades que por la misma razón adquiere su vida social. En efecto, la inteligencia nos ha permitido lograr una amplísima acción instrumental, conjuntamente con una aún mayor capacidad simbólica indispensable para los procesos de comunicación. En consecuencia, disponemos de medios de sumo variados para enfrentar el mundo natural y para manejarnos en la vida de relación. El relacionar elementos es una característica fundamental del proceso cognitivo. Resulta de ello que aunque distintas cosas o hechos no sean iguales, basta con que tengan entre sí alguna relación, y pasan a ser considerados iguales. Y accionamos en consecuencia. Porque distintos hechos y acciones equivalen a cuidados y protección, unos y los otros, a destrucción. Se habla entonces, comúnmente de amor y odio. Nosotros usaremos para ello, en aras de precisión conceptual, las expresiones de buen trato y de maltrato. En que el afectado se siente bien (sensaciones placenteras, agrados, bienestar, etc.) o se siente mal (malestar, desagrado, sufrimiento, etc.) Gracias al simbolismo, el acercamiento y cuidados lleva a expresiones muy variadas destinadas a que el otro se sienta bien o agradado. Cada cual puede fácilmente repasar mentalmente la gran cantidad de acciones que desarrollamos y que constatamos en nuestro entorno que están destinadas a procurar agrados y satisfacciones a otros. Es así que el acercamiento afectuoso y el sacrificio destinado a preservar lo que se considera bueno son expresiones de la biokinesis en el ser humano. Por lo mismo, las distintos acciones que constatamos en las relaciones cercanas, que se describen con palabras como amor y afectos, se inscriben dentro del fenómeno en cuestión (relaciones padres-hijos, relación de amor erótico, relaciones de amistad, etc.). Y prosiguiendo en esta línea de análisis constataremos que la vida en grupos del ser humano, como se apreciará más adelante, es igualmente una expresión de éste fenómeno. Adelantemos aquí que el espíritu de cuerpo, que lleva a las muy valoradas acciones heroicas en las distintas sociedades, es también un esfuerzo por preservar lo considerado bueno. Lo que vale igualmente para las acciones que se califican de altruistas, cuyo resultado es precisamente el beneficio de otros (acción de preservación). Debido a las características de nuestro proceso cognitivo, ya señaladas, el evitar lo malo o destruirlo adquiere también en los seres humanos un gran desarrollo. Porque no sólo nos alejamos o intentamos destruir a través de acciones de tipo físico. De alguna manera, para nosotros, el hacer sufrir es un equivalente de destrucción (hacer el mal). Y por lo mismo, en el caso de que no nos resulte posible el lograr la destrucción de lo malo (especialmente si se trata de otros congéneres), desplegamos acciones que tienen ese efecto. Sea esto por falta de recursos o por temor a las consecuencias que acarrearían acciones más directas. Los afectos y emociones se relacionan íntimamente con la biokinesis. Es evidente que a ciertos afectos y emociones los consideramos negativos y a otros positivos. Y no sólo evitamos los primeros y nos procuramos los segundos, sino que los hechos nos muestran que los afectos y emociones negativas se producen cuando no podemos evitar lo malo o cuando se nos cierra el paso en nuestra búsqueda de lo positivo. Al tanto que el acercamiento o logro de lo bueno nos provoca emociones positivas. Y la evitación de lo malo, al menos afectos positivos y, en ocasiones, explosiones de alegría. Hasta aquí hemos comprobado la sofisticación que en el ser humano adquiere el egoísmo vital o básico. Pareciera ser que nada de lo que hacemos es independiente de nuestra característica de ser vivo. Sin embargo, éste se atempera en la necesidad que tenemos de los otros humanos y se logra, en condiciones óptimas, algo que resulta bueno para todos (y de lo cual pareciera que los humanos nos olvidamos continuamente en la época actual). En la interacción humana encontraremos la concreción de estos fenómenos en cada momento. Y, en lo que describimos como interacción binaria, directamente los seres humanos nos acercamos y cuidamos a lo que consideramos bueno y nos alejamos o intentamos destruir lo que nos resulta malo. Al paso que en las interacciones sociales propendemos al equilibrio entre los intereses de los distintos humanos que requieren convivir juntos. Si desarrollamos interacciones que son consideradas buenas se habla de interacciones positivas (elementos constituyentes en el amor y en la amistad). En cambio, si las interacciones llevan a algo que es malo para el otro nos referimos a ellas como interacciones negativas y en determinados casos, de acciones de justicia (hacer pagar al otro por lo malo que ha hecho previamente). El examen de las interacciones positivas nos hace a tomar conciencia de una sorprendente paradoja. En efecto, cuando sentimos al otro bueno, no sólo buscamos el estar cerca sino que además lo cuidamos y lo protegemos. Esto es naturalmente una expresión del llamado egoísmo vital. Sin embargo, precisamente por cuidar o salvar al otro los seres humanos frecuentemente se sacrifican. Es decir, dejan de lado ese egoísmo básico en bien del otro, e incluso, ello con el sacrifico de la propia vida. Como lo constatamos con frecuencia en las noticias de personas que han muerto en un esfuerzo desesperado por salvar la vida de seres queridos e incluso, de desconocidos. La violencia, los conflictos desencadenados y las guerras son expresión de las interacciones negativas (destruir lo malo si no se puede tomar distancia o se desea evitar los daños que eventualmente se produzcan). Obviamente, estas acciones se inscriben dentro del ampliamente estudiado fenómeno de la agresión de los seres humanos. Al efecto, la producción de herramientas, la organización en grupos y el lenguaje entre otros nos dan posibilidades en este campo que nos son negadas por nuestra relativamente débil constitución física. Puesto que, comparados con otras especies, en especial con los depredadores con que convivieron nuestros antepasados, no tenemos ni velocidad ni fuerza e incluso la caza a mano desnuda (como sucede con las distintas especies de carnívoros) sencillamente no nos es posible. De todas formas, el análisis de la Interacción binaria nos muestra que lo descrito generalmente como agresión viene a ser sólo una parte del conjunto de las denominadas interacciones negativas (a lo que nos referiremos en otro lugar). La dimensión de todo lo anterior quedará aún más claro al examinar los efectos profundamente perturbadoras (Síndrome de emergencia) que tiene en los seres humanos el soportar maltrato y en segundo término como el maltrato lleva a graves consecuencias para todos los implicados en él sean actores o receptores (Interacción binaria). Señalemos asimismo que la biokinesis tiene también otros resultados contradictorios en los seres humanos, toda vez que sus acciones los llevan a consecuencias opuestas a las que éstos pretenden, especialmente en cuanto al acercamiento a lo positivo. Porque debido a nuestra tendencia a igualar elementos sólo en base a similitud de aspectos parciales (pensamiento por analogía), sucede que todo aquello que nos resulta placentero se convierte para nosotros en bueno y lo buscamos en consecuencia. Las drogas y el alcohol, entre muchos otros hechos, son producto del fenómeno en cuestión. Pero, ello plantea problemas de dimensiones que son abordados al tratar las interacciones binarias. Tal es el caso de la búsqueda de reparaciones (justicia) que conduce precisamente a resultados opuestos al de procurarse bienestar y defender la propia persona. Estos fenómenos que resultan extraños, son susceptibles de explicarse en buena parte, debido a que en las especies con un mayor desarrollo cerebral se produce el fenómeno de la herencia social (cultura). De esta forma, los individuos desarrollan comportamientos aprendidas de otros congéneres, las que, por su capacidad de traspaso, pueden prosperar aunque vayan en detrimento de sus portadores. Es así que muchas actuaciones de los seres humanos resultan sumamente útiles para los individuos, al paso que otras son definitivamente perjudiciales (como sucede con el transferir valores que llevan a nefastas consecuencias de acuerdo a lo indicado anteriormente). Todo lo que finalmente aparece en contradicción con el egoísmo vital, porque en vez de constituirse en algo beneficioso para los individuos, precisamente los perjudica e incluso los destruye.
VIDA EN GRUPOS En el ámbito de la vida en grupos los planteamientos de la teoría de la acción operativa resultan fundamentales para la comprensión de su dinámica. En primer término es necesario tener presente que el grupo ha sido el instrumento de sobrevivencia fundamental del ser humano. Porque nuestros recursos físicos no habrían permitido a nuestros antepasados sobrevivir en el medio natural. En su habitat, en efecto, habitaban los tigres de los dientes de sable y cerdos que tenían tres metros de alzada. Obviamente, sobrevivieron los que vivieron en grupos, y los libertarios e individualistas desaparecieron. Porque es bien sabido que las sociedades llamadas primitivas tienen un fuerte control social y eliminan a los que no se someten a él, sea directamente o expulsándolos (cuyo destino verosímilmente era quedar a merced de las bandas vecinas o de los depredadores). Somos en efecto descendientes de los primeros porque los últimos necesariamente no dejaron descendencia. Ésta es una de las dos vertientes de nuestras características de dependencia. A esta condición filogénica hereditaria se integra la vertiente ontogénica, tal es la dependencia de la madre derivada de nuestra condición de mamíferos. Con el agravante de que los humanos vivimos un largo período de inermidad debido a los muchos años que demoramos en llegar a adultos con posibilidades de vida autónoma. Nos acostumbramos o aprendemos a ser cuidados, y ello nos dura toda la vida aunque muchos traten de disfrazarlo. Es así como de una u otra forma quedamos con una disposición a buscar el tener con nosotros otros humanos que nos den garantías ("que acompañen en las buenas y en las malas" según el dicho popular). Lo que constituye la "seguridad por respaldo social", requerimiento básico del ser humano y que no ha sido claramente reconocido como una unidad. Aunque aspectos parciales de ello se consideran cuando se habla de relación de pareja, afectos, amor, etc. Sin embargo, el pensar todo esto como una unidad, y en su verdadero sentido, permite no sólo una mejor comprensión de su problemática sino que nos facilita acciones operacionales más eficientes con el fin de superar las dificultades que allí se presenten. Lo que hemos considerado hasta aquí da lugar a fenómenos trascendentes en la vida en grupos, con consecuencias tanto para los individuos como para los grupos mismos. El individuo necesita los grupo por su condición de dependencia, y ellos nos son indispensable porque nos dan la mayor seguridad por respaldo social, especialmente los grupos primarios (grupos pequeños íntimamente unidos como lo fue la familia tradicional). En efecto, a diferencia de la relación de pareja en que dependemos totalmente de la otra persona, en un grupo el perder el respaldo social de uno de sus integrantes no resulta una experiencia tan catastrófica puesto que quedan todos los otros en su reemplazo. Ahora bien, el grupo pasa a ser bueno o malo, según si responde a esta dependencia o no. Es así como el individuo lo va a cuidar y proteger o a atacar y destruir. Es por ello que en los grupos que funcionan armónicamente y que están bien constituidos existe el espíritu de cuerpo. Gracias a él todos tratan de mantener al grupo íntegro, evitando su desintegración, además de preocuparse de la suerte de todos y cada uno de sus integrantes. De esta forma se entiende el espíritu de cuerpo en que los individuos pueden llegar a los sacrificios extremos que caracterizan a los héroes. El reverso de la medalla lo encontramos en la traición, y en menor escala en el obstruccionista a los objetivos del grupo. Porque el disidente y similares sienten precisamente al grupo malo. Apunta en esa dirección la confidencia de un adolescente a otro en un viaje en bus de: "Nada mas rico que desprestigiar a la familia" (captada casualmente por un especialista). El bien común rige en estos casos la actividad de todos los miembros del grupo. Y consecuentemente se desarrolla y conforma un orden social que tiene como objetivo básico el mencionado bien común. Su resultado, debido al interés de todos los integrantes del grupo en el bien común, es que todos y cada uno de ellos se preocupan de mantener incólume este orden social. Y se esfuerzan y cuidan que todos los otros se conformen a él. Puesto que se protege al grupo velando porque se mantenga su orden social. Los conservadores en las distintas sociedades son los que están bien en ella. Al paso que los protestatarios son los que están mal. El orden social es entonces producto del interés de los individuos por tener un grupo bueno y relaciones humanas satisfactorias. De esta forma, este orden social se mantiene en cuanto da satisfacción a la mayoría. Y el quiebre que constatamos en la cultura en la actualidad, ligado íntimamente a un orden social en bancarrota, muestra la insatisfacción de la mayoría que viviendo en la civilización industrial no tiene lo que más requiere (la seguridad por respaldo social). Es claro que el orden social facilita la convivencia y previene los conflictos en cualquier grupo y esto en determinadas circunstancias históricas. Afirmamos que en la actualidad la protesta por libertad es precisamente un rechazo de un orden social que ya no cumple con los objetivos antes señalados. Entendemos entonces que el ataque en contra de los que van en contra del orden social es la defensa del grupo bueno (bueno para los defensores). Además, el grupo bueno lleva al espíritu de cuerpo y la alta moral de grupo (mis compañeros son buenos y los ayudo... todos se ayudan y saben que cuentan con los otros). Como ejemplo en contrario, vemos que los habitantes de las poblaciones marginales en Chile no defienden el orden social de la macrosociedad y odian a los carabineros (las "fuerzas de orden") por razones equivalentes... Y no olvidar que los abusos en las sociedades derivan de que la clase dominante tiene espíritu de cuerpo, en cambio los dominados no lo tienen. Así, unos tienen fuerza y los otros no (lo que vale igualmente para los miembros del partido comunista en Rusia, en Cuba, en China...). Es necesario tener presente que el control social es el que asegura el orden social. Además de que en todos los grupos se desarrolla el proceso de socialización destinado a preparar a los recién ingresados al grupo para adecuarse al orden social que allí rige. Por ello, en todas las sociedades existe la socialización de los niños, en que la educación es sólo una parte del proceso. Destaquemos que, si se busca que en un grupo humano o en una sociedad haya una cierta armonía y paz, es indispensable el que los individuos consideren no sólo a los que están cercanos, o ligados a él por distintos lazos, sino que a todo el universo que compone esa sociedad o grupo. Porque ¿que ocurre si no? Inevitablemente, como lo indica la teoría de la acción operativa, comienzan las tensiones y los conflictos que eventualmente desembocan en luchas abiertas en que se trata de eliminar o destruir a los que nos maltratan, y sus consecuencias son imprevisibles. Aunque, en las guerras hay vencedores y vencidos, es bien sabido que ambos bandos pierden. Porque los muertos no se pueden resucitar, y los lisiados quedarán así para toda la vida. Los sufrimientos por su parte no tienen nunca una compensación efectiva. Caemos aquí en la gran cuestión en la vida en grupos cual es la disyuntiva fundamental, que desde luego se da en las relaciones interpersonales. Esta es que siempre que estamos con otros tenemos sólo dos posibilidades: - imponemos a los otros nuestros criterios e intereses, o - buscamos la forma de compaginar nuestros criterios y nuestros intereses con los de los otros, es decir, se buscan acuerdos armónicos sobre bases de justicia y equidad (resignándose a perder algo o más de algo). La primera alternativa es sentarse literalmente en un barril de pólvora, que no se sabe cuando va a estallar. La segunda es la única que nos permite vivir en paz y consecuentemente, tranquilos. Una mejor comprensión de esta disyuntiva lo facilita el examinar lo que es la interacción binaria. Por ahora, para lo que nos interesa, importa destacar dentro del orden social de los grupos los valores. Que son simplemente los requerimientos generales que se les hace a los individuos respecto a lo considerado bueno y malo en el grupo o sociedad. Fenómeno coincidente con la biokinesis, porque se nos exige cuidar y desarrollar todo lo que se estima bueno y combatir lo contrario. Además de que, como algo personal de cada individuo, buscamos tener aquello cerca o hacerlo nuestro. Y con lo malo, debemos evitarlo o erradicarlo o simplemente destruirlo (igualmente, no sólo en razón de una exigencia social). Señalemos finalmente que todo lo anterior contrasta evidentemente con el supuesto y la promoción que se hace en la actualidad de la libertad individual como panacea para todos los males del ser humano, y que deriva sin duda de una concepción de éste que hace tabla raza de los hechos anteriormente enunciados. En suma, el proceso social decanta a través de un oscilar entre lo que requiere la sociedad para funcionar en armonía y subsistir efectivamente y lo que requieren los individuos. Se trata de que: 1) el procesos social esté a favor de la subsistencia del grupo a través de una acción eficiente y que 2) sirva a los individuos. Porque si no se cumple 1) el grupo desaparece sin duda alguna, y si no se cumple 2) no habrá interés ni colaboración de los individuos para mantener el grupo.
PRAXIS Este planteamiento teórico permite variadas aplicaciones prácticas. Consideremos en primer término el requerimiento de seguridad por respaldo social. Si la tenemos presente nos encontramos con que la pretensión de libertad individual llevada al extremo (y estimulada por los medios seguramente por ser coincidente con la economía de mercado) no tiene asidero. Si queremos gozar del calor de la relación con personas o grupos, indefectiblemente habremos de restringirnos como personas. Lo que ya fue planteado por Ralph Linton en su Estudio del hombre (1936). Por lo demás, vemos a los libertarios a la deriva intentando una vida de satisfacciones que evidentemente no logran llenarles el vacío. Porque ni siquiera en la relación de pareja es posible ser libre (¿que pasa si no se consideran los intereses de la pareja?). Por lo demás está probado que el intentar el logro de la seguridad por respaldo social sólo en la relación de pareja está condenado al fracaso (las parejas unidas legalmente o no, duran poco y cada vez menos según distintos estudios). Esto es comprensible, porque el requerimiento de seguridad por respaldo social es de tal dimensión que lleva a hacer exigencias a la pareja que van más allá de lo que ésta buenamente puede resistir (problemática que por lo demás viven ambos simultáneamente). La única salida realista en esta cuestión es el esforzarse por dar vida nuevamente a los grupos primarios, que a nuestros antepasados le dieron aquello de lo que nosotros carecemos. Siendo ello una tarea magna habrá que abordar su estudio en otra oportunidad. Tal como se infiere de la teoría de la acción operativa, la conciencia de que los grupos no subsisten o desarrollan conflictos si no se consideran los intereses de "todos" los integrantes forzosamente alentará planteamientos democráticos, participación y equidad en las relaciones. Y los que quieran hacer caso omiso de ellos deberán saber cuales serán las consecuencias y, atenerse a ellas. Fluye de todo lo anterior la importancia que tiene el diálogo, y más que el diálogo el desarrollar actitudes y habilidades destinadas a estar atento a que sucede con los otros. No olvidarse que en una u otra forma dependemos de ellos y que las acciones de fuerza pueden tener éxito mientras el que las ejerce tiene poder (lo que normalmente no dura!). En suma, la dirección de grupos para ser eficiente requiere el considerar lo expuesto hasta aquí. Ello se hará más claro al tratar la problemática de las relaciones interpersonales y de la interacción binaria y los procedimientos preventivos y correctivos para abordarla. Asimismo, la comprensión del Síndrome de emergencia y de dinamismos cognitivos específicos proporcionan igualmente elementos indispensables en esas tareas. De lo que tratamos en otro lugar. La técnica operativa situacional que deriva de la teoría que hemos examinado tiene rendimientos claramente satisfactorios no sólo en la asesoría a grupos y empresas sino que también en el área clínica y educacional. En estas últimas se distingue especialmente por la rapidez de sus resultados, ejemplos de los cuales está en el libro que nos ha servido de guía en estas páginas. Finalmente, y curiosamente, la biokinesis permite reconocer algunas coincidencias en doctrinas tan opuestas como el conductismo y el psicoanálisis. Porque el acercamiento-evitación está en la base de los refuerzos y castigos de la teoría del aprendizaje de los conductistas. Y en el lado opuesto, Freud concluyó elaborando la teoría de los instintos de vida y de muerte. Sin duda que son aproximaciones al planteamiento básico de la biokinesis. |